La Tribuna
Mientras que el SSP
deroga el sistema de exclusividades la medicina privada comienza a utilizarlo,
¡para evitar la competencia y los conflictos de interés¡
FEDERICO SORIGUER. Médico. Miembro de la Academia
Malagueña de Ciencias.
DIARIO SUR Domingo 15 de
Septiembre 2019.
Este verano la Consejería
de Salud de la Junta de Andalucía, ha equiparado el sueldo de los médicos con o sin dedicación exclusiva. Mucho se ha tardado y es algo que debió de
hacer el anterior gobierno. No tenía
ningún sentido que a igualdad de horario y responsabilidades, el sueldo fuera
diferente. Es posible que la dedicación
exclusiva estuviera justificada en los
comienzos. De hecho era lo habitual que aquellos jóvenes médicos, que abrieron los hospitales y centros
sanitarios públicos en los años setenta
y ochenta, llevaran con orgullo,
como una distinción, su dedicación exclusiva, pues por primera vez en la
historia de la medicina española los
médicos no tenían que estar pluriempleados y por un salario digno podían
desarrollar su vocación, ya fuera
clínica, ya fuera docente o investigadora. Es aquella generación la que con su
dedicación, modeló un SSP del que aun
hoy, tan orgullosos se sienten muchos
españoles. Pero con el paso de los años
el sistema de dedicación exclusiva solo ha servido para desprestigiar la idea de dedicación, que
es una idea noble y sobre la que insistiremos en las líneas siguientes. Porque la dedicación exclusiva tal como estaba planteada no ha
conseguido ni controlar las
incompatibilidades y los conflictos de intereses, que existen en el interior del SSP, ni para fomentar la
creatividad y la productividad. Al final la dedicación exclusiva parecía estar
justificada solo por una especie de
desconfianza del sistema hacia quienes no optaban por ella. Así que nada que
objetar a la medida. Pero quizás deberíamos
preguntarnos: ¿y ahora qué? Recientemente hablaba con una joven colega
que trabaja en la medicina hospitalaria privada como autónoma. Mi colega tiene
una especialidad muy competitiva y el
hospital (privado) le ha
“exigido” que si quiere seguir trabajando en el centro debe hacerlo en régimen
de “dedicación exclusiva”. ¿La razón? El hospital ha comenzado a verla como una
competidora. Pero más allá de la anécdota,
la
categoría de la noticia está en que mientras que el SSP deroga el
sistema de exclusividades la medicina privada comienza a utilizarlo, ¡para
evitar la competencia y los conflictos de interés¡ La pregunta es: ¿cómo los va a evitar ahora
el SSP? En mi modesta opinión solo cabe
ser mucho más exigentes con el régimen de incompatibilidades, pues uno de los efectos perversos de aquel
modelo era el que siendo más fácil de controlar la exclusividad, pasaba por alto las otras incompatibilidades, que son la madre de todas las batallas. Porque la
lista de incompatibilidades de los médicos que trabajan en el SSP, es larga. La
última y más perversa la de la connivencia entre los lideres profesionales
del SSP y las compañías farmacéuticas o
tecnológicas que utilizan cualquier
forma de presión para conseguir que sus productos entre en el petitorio del
SSP. Una forma consentida de cohecho
blanco, para el que la administración ha
sido muy indulgente mientras se mostraba
inflexible con el control de la dedicación exclusiva de pequeñas consultas
particulares que poco o nada interferían con la actividad rutinaria del trabajo clínico. Porque si algo parece urgente es recuperar la
idea de dedicación. Pero la dedicación
es una opción vocacional no una exigencia legal. Hasta hace no demasiado trabajar en el SSP
era un privilegio. Es cierto que no se ganaba mucho dinero pero a muchos
médicos nos compensaba lo que Don
Enrique Tierno Galván en los años ochenta, llamó salario cultural. Ocurrió
igual con los médicos ingleses, que pudiendo
irse con cierta facilidad a USA, ganando mucho dinero, prefirieron quedarse en GB hasta que comenzó con
Blair la demolición del National Health
Service. Hoy somos los españoles los que nos vamos a GB a ocupar los huecos
dejados por los ingleses. Había autonomía profesional, había recursos,
había problemas que resolver, retos
profesionales y científicos, había docencia, y sobre todo, había la posibilidad
de compartir tus proyectos y tus inquietudes con otros colegas, de forma
socrática unas veces, de forma más
disciplinar otras. Como muy bien saben
los sociólogos hay muchas formas de capital además del económico. Y es de este capital “vocacional” del que
hablamos y del que disfrutamos muchas
generaciones de médicos. Yo espero que
la derogación del régimen de dedicación exclusiva permita a las nuevas
autoridades invertir generosamente (es
decir con inteligencia) en recuperar el valor de la dedicación sin adjetivos. Un
gran hospital, un gran centro de salud no es solo, siendo importante, un centro donde se resuelven problemas, es
también un lugar donde los profesionales y trabajadores tienen la obligación y
la oportunidad de devolver a la sociedad en forma de creatividad, de
innovación, de conocimiento, de cuidados de los pacientes, el privilegio que supone trabajar en el
SSP. Recuperar este sentido de
pertenencia debería ser el primer objetivo de cualquier política de gestión de
los recursos humanos. La dedicación
vendrá por añadidura. Un último
comentario: Ahora que ya se habla sin reservas del tercer hospital para Málaga,
convendría recordar que no fue (solo) la
necesidad de aumentar el número de camas lo que llevó a reclamar su
construcción, sino (sobre todo) la de
refundar el viejo Carlos Haya, en el que el sentido de pertenencia estaba
bastante deteriorado por la destrucción funcional del hospital a lo largo de
los años. Somos muchos los que podemos dar fe de ello. No estaría mal que
volvieran a consultar.
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