Federico Soriguer. Médico. Miembro de la Academia
Malagueña de ciencias.
A estas alturas los lectores de SUR conocen bien que
el sitio de los Dólmenes de Antequera está a punto de ser reconocido por la
UNESCO como patrimonio singular de la humanidad. Con este motivo todas las
Academias de Málaga y numeroso público
se reunieron el pasado día 22 de Junio en el Aula de Cultura del Corte
Inglés para oír de primera mano la historia de cómo se ha llegado hasta este
momento. Y de esto se encargaron
Margarita Sánchez Romero y Bartolomé Ruiz.
Margarita Sánchez Romero es profesora de Prehistoria de la Universidad
de Granada y fue Directora de Bienes Culturales de la Consejería de Cultura los
años en los que se presentó el expediente que la Unesco está ahora a punto de
culminar. La profesora Sánchez Romero hizo un breve pero intenso recorrido del
expediente presentado a la UNESCO, haciendo énfasis en la importancia que ha
tenido el acuerdo de las tres administraciones, la municipal, la
autonómica y la nacional. Bartolomé Ruiz es el actual Director de la Real
Academia de Nobles Artes de Antequera y Director del Conjunto Arqueológico de
los Dólmenes de Antequera. Bartolomé ha sido uno de los artífices
de que estemos a punto de tener el primer Bien Cultural Singular de la Unesco
en el área de la Prehistoria, dentro del
territorio continental europeo. Pero también y sobre todo, hizo hincapié en que nada de esto se hubiese conseguido sino se
hubiera generado en los últimos tiempos un gran cuerpo de información
científica sobre los dólmenes. Con el énfasis en la investigación científica Bartolomé
Ruiz ponía el dedo en esa llaga que tanto
tiempo lleva supurando por el costado de la historia de España. El conocimiento científico es
imprescindible para enfrentarse a los grandes retos que el país tiene planteados,
sean históricos, como el que nos ocupa, ya sean tecnológicos. A pocas personas
como a Bartolomé Ruiz le cuadra aquel viejo dicho de D. Santiago Ramón y Cajal
de que la constancia es la inteligencia de los pobres. Porque, los que conocimos a Bartolomé Ruiz hace cuarenta
años, siendo un joven postgrado, sabemos que el éxito de hoy no es más que el final feliz
de la historia de una pasión: la arqueología.
Sobre los dos cayó,
como correspondía, el peso de la
presentación pero era aquel una acto público en donde la prehistoria se daba la
mano con la sociedad civil allí representada por José Manuel Cabra de Luna, presidente de la Real Academia
de Bellas Artes de San Telmo, quien hizo
ver como el proyecto de los Dólmenes de Antequera era el triunfo de la cultura
sobre la ignorancia y el mejor ejemplo de que hay cosas que hacemos bien en
éste país, lo que debería ayudar a librarnos de
nuestro congénito pesimismo. Quintín Calle Carabias, presidente de la
Sociedad Erasmiana de Málaga, desde su condición de lingüista, advirtió que aquel gigantesco reto tecnológico
solo fue posible por la existencia de un lenguaje que permitió que los sueños
se transformaran en realidades tangibles. Fernando Orellana, presidente de la
Academia Malagueña de Ciencias, nos recordó a todos que los grandes proyectos
son siempre el resultado de grandes hombres y entre ellos D. Manuel Cascales Ayala que ha fallecido
unos días antes del reconocimiento universal del sitio de los Dólmenes al que
había dedicado buena parte de su vida. Al fin y al cabo si hemos llegado hasta
aquí podríamos decir con Einstein, ha
sido porque hemos viajado por la historia a hombros de gigantes como D. Manuel.
En fin José María Ruiz Povedano, Presidente de la Sociedad Económica de Amigos
del País de Málaga y Benito Valdés
Castrillón Presidente del Instituto de Academias de Andalucía, quien
clausuró el acto, coincidieron en la importancia del
reconocimiento de la UNESCO que va más allá del propio conjunto megalítico pues
también lo hace y es esa su singularidad, de todo el espacio natural, incluido la Peña de los Enamorados y el Torcal de Antequera
sin los cuales no se podría entender el significado de los Dólmenes. El reconocimiento de este proyecto por la UNESCO
no es solo un éxito a la investigación científicas española y andaluza, que lo
es, sino también al trabajo organizativo y al compromiso público contraído por
todas las administraciones. El éxito de este proyecto es el mejor ejemplo de
que en Andalucía y en España no estamos condenados a hacer las cosas mal.
Porque es, sobre todo, un éxito cultural
en su más amplio sentido, pues aquel
mensaje lanzado por aquellos antepasados
hace cinco mil años hoy se está comenzando a descifrar. De alguna manera
aquel mensaje está llegando a su destino. Porque aquellos hombres que iniciaron
aquel gigantesco proyecto hace cinco mil años estaban pensando en nosotros. Es
por esto que la prehistoria, la arqueología, la paleontología o la biología
evolutiva se han convertido en disciplinas que con su escrutinio del pasado
están contribuyendo a conocer la naturaleza humana, tanto o más que todos los
empeños metafísicos anteriores. Bartolomé Ruiz explicó que una de sus mayores satisfacciones
las recibió al comprobar que en Turquía
dentro de unos días, además del proyecto de los Dólmenes de Antequera, se
presenta para ser reconocido como Patrimonio Singular de la Humanidad, la obra completa del arquitecto francés Le
Corbusier quien en la dedicatoria de su visita a los Dólmenes hace más de cincuenta años dejó
escrito: “A mis ancestros”. Una dedicatoria a aquellos arquitectos originales que, probablemente le inspiraron su famoso módulo
L, símbolo que es también el saludo en el lenguaje de los signos que representa
mejor que ningún otro el significado profundo de los Dólmenes y con el que Carmen
Íñiguez Sánchez, coordinadora del ciclo del aula Cultural del Corte Inglés y
todos los presentes en una especie de conjuro colectivo, despidió el acto.
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