sábado, 15 de abril de 2017

UN PASO DE GIGANTES



FEDERICO SORIGUER
DIARIO SUR 14 noviembre 2016 
http://www.malagaenlamesa.com/noticias/201611/14/paso-gigantes-20161114184909-v.html

La paleontología es una disciplina apasionante. Es además una disciplina que exige constancia, paciencia e imaginación. Sin las dos primeras es imposible conseguir la información, y sin la tercera, interpretarla. Porque hay que ver lo que son capaces de deducir los paleontólogos a partir del hallazgo de un pequeño resto óseo. Y no digamos nada si ese resto es un diente. Un molar por ejemplo.
Gracias a los estudios de los paleontólogos hoy sabemos que procedemos de un phylum que nos emparenta con toda la gran familia de antropoides y primates de los que comenzamos a separarnos hace varios millones de años hasta que hace aproximadamente dos millones conseguimos ponernos en pie (erectus).
Hoy sabemos que como todos nuestros antepasados, también nuestros ancestros eran vegetarianos estrictos. Hasta que dejamos de serlo y nos convertimos en lo que hoy somos, omnívoros, es decir, capaces de comer cualquier cosa. Entre otras, carne.
Y es aquí donde los primates humanos dan un salto evolutivo irreversible, pues la única manera de conseguir carne es, o era, siendo carroñeros o depredadores, situaciones ambas bastante emparentadas.
En todo caso supuso el pasar de ser presas o convertirse en predadores iniciando el camino que nos ha traído hasta nuestros días. El consumo de grasa y de carne supuso además un ahorro de tiempo muy importante en la consecución de las calorías necesarias para la supervivencia, así que permitió a nuestros ancestros disponer de más tiempo libre para hacer otras cosas.
También debió de tener un gran impacto en nuestro temperamento pues frente a la actitud pasiva, vigilante y temerosa de las presas (predominantemente herbívoras), los predadores (carnívoros) son agresivos, violentos y (utilizando un término humanizado) crueles.
Así que nuestro carácter debió de cambiar cuando cambiamos la fuente de alimentación. Lo sorprendente es que todo esto ha ocurrido sin que hayamos cambiado demasiado nuestros dientes, que no son muy adecuados para comer y desgarrar carne cruda.
Así que debió de suceder no antes, sino después de que el hombre hubiera ya adquirido una cierta cultura tecnológica que le permitiera hacer fuego y utilizar herramientas líticas para desgarrar la carne. Lo que queremos decir es que tal vez fue la evolución cultural y no (solo) la biológica la que nos hizo carnívoros y por tanto depredadores. ¿Cambiaría nuestro carácter si todos nos hiciéramos vegetarianos? Algunos (entre los que no me encuentro) parecen tener clara la respuesta.


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