viernes, 10 de marzo de 2017

EN DEFENSA DEL SISTEMA SANITARIO PÚBLICO

diario sur. LA TRIBUNA
http://www.diariosur.es/opinion/201703/10/modelo-jugamos-20170310010401-v.html
EL MODELO QUE NOS JUGAMOS
FEDERICO SORIGUER MÉDICO. MIEMBRO DE LA ACADEMIA MALAGUEÑA DE CIENCIAS
10 marzo 201709:23
En las últimas semanas en numerosas ciudades de Andalucía se han producido importantes movilizaciones en defensa del sistema sanitario público. En Málaga en concreto ha habido dos manifestaciones, la última el pasado día 15 de febrero. Ninguna ha pasado desapercibida. He estado en las dos y en ambos casos no sé con quién me he manifestado. Sí, había algunos políticos del Partido Popular con sus autoridades a la cabeza, especialmente de manera muy visible en la primera manifestación, algún grupo radical de izquierdas e incluso el primer día, al menos, uno de extrema derecha. También había algunos amigos, antiguos compañeros del hospital, enfermeras, auxiliares, pero a la gran mayoría no los conocía. ¿Quiénes eran?, ¿qué hacían allí? Sinceramente, yo ni siquiera sabía muy bien quién nos había convocado. ¿Por qué, entonces, estábamos todos allí? ¿No corríamos el riesgo de ser manipulados por los anónimos convocantes? ¿De ser utilizados por los adversarios políticos, presentes en la manifestación, de los actuales gestores de la sanidad?
En mi caso particular todas estas preguntas me las hice antes de acudir a la manifestación y desaparecieron cuando me dejé llevar por ella. Claro que habrá quienes intentarán utilizar esta movilización ciudadana para sus intereses políticos, pero las gentes que se manifestaban no estaban allí engañadas, habían asumido el mal menor y salido a la calle porque realmente están muy preocupados por el creciente deterioro de la sanidad pública y porque no se fían de la propaganda institucional sobre los éxitos de la gestión sanitaria. Los que estaban allí estaban, en fin, enviando el mensaje a quien lo quiera oír, de que no están dispuestos a que toquen los fundamentos del sistema sanitario público español.
Ya ocurrió en Madrid con las mareas blancas. Un movimiento social transpartidario que obligó al PP liderado por Esperanza Aguirre a dar marcha atrás a aquel sistema semiprivado de gestión de los hospitales y que tan parecido ha resultado ser al de la red de autopistas de circunvalación de Madrid. Un sistema en el que se privatizaban las ganancias y se socializaban las pérdidas. Así cualquiera es liberal.
En Andalucía no se está produciendo la privatización de manera tan descarada, los gestores mantienen el discurso y la presidenta hace incluso de la sanidad pública su propia bandera, pero el creciente deterioro está llevando, por un lado, a un desistimiento creciente de los profesionales y de los ciudadanos que buscan soluciones alternativas al aseguramiento público, como muestra el crecimiento de las inversiones privadas sanitarias, especialmente en Málaga, en donde, por ejemplo, las camas hospitalarias privadas superan ya a las públicas. Porque la cuestión es que hay un punto de no retorno de la inversión privada en sanidad a partir del cual el sistema no puede mantener ambas coberturas.
Las cadenas de supermercados lo hacen muy bien con las famosas marcas blancas. Es lo que se llama una profecía autocumplida, ese tipo de predicciones que, una vez hechas, son en sí mismas la causa de que se hagan realidad. Cuando se han cargado la competencia suben los precios.
Esta era, aunque no se explicitara claramente, la preocupación de los ciudadanos presentes en las manifestaciones en defensa del sistema sanitario público. De que haya un momento en el que será verdad la profecía de los responsables políticos, especialmente de cierta derecha, de que el sistema sanitario público es inviable y que termine siendo la versión moderna de la vieja beneficencia de la que los de mi generación tenemos una viva memoria. Porque lo que nos jugamos con la defensa del sistema sanitario público es el modelo de sociedad.
Mientras que en el sistema neoliberal (por ejemplo el norteamericano) se considera que son los ciudadanos, uno a uno, los que a través de las relaciones con las empresas sanitarias establecen el tipo de cobertura que quieren y que están dispuestos a pagar (si pueden), en el europeo es el Estado democrático a través de los impuestos el que provee unos servicios públicos iguales para todos los ciudadanos cualesquiera que sea, no solo su poder adquisitivo, sino también su grado de autonomía o de capacidad para hacer frente a las previsiones de futuro. Este modelo socialdemócrata y liberal ha demostrado tener enormes ventajas sobre el neoliberal.
Ventajas económicas, pues es mucho más barato (el presupuesto de USA en sanidad es del 15% del PIB mientras que el español no llega al 8%, siendo mucho mejor que el norteamericano). Pero también ventajas sociológicas. Es la diferencia entre tener 'un manos libres' en el coche o no. La seguridad de tener cubierta la salud permite a los ciudadanos conducir hacia el futuro con mucha mayor libertad, pudiendo emplear aquellas energías que hubiera tenido que aplicar para garantizar su seguridad personal y la de su familia, y no solo las económicas, en otras cosas.
Entendiendo la economía como algo más que contabilidad, la inversión en seguridad social es una gran inversión monetaria, pero sobre todo es una enorme inversión en calidad de vida y en felicidad. Todo esto lo saben los ciudadanos que se manifiestan en defensa del sistema sanitario público y que no están dispuestos a perderlo sin dar la batalla.
Hasta ahora los grandes perdedores de la situación sanitaria estaban siendo los profesionales de la salud, que no solo han visto mermados sus salarios, que de siempre han sido los más bajos de Europa, sino sobre todo su dignidad y su autonomía profesional. Ahora, ya también lo saben los ciudadanos y han empezado a defenderlo en las calles y en las urnas. Y para los que seguimos creyendo en la bondad del sistema sanitario público y hemos luchado por ello es un motivo de esperanza.


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