jueves, 24 de noviembre de 2016

Jubilación y compromiso

http://www.elmundo.es/andalucia/2016/11/22/5834a9eaca4741091b8b45e3.html

  Federico Soriguer es médico. Miembro de la Academia Malagueña de Ciencias.

EL MUNDO 22/11/2016 21:26
El pasado día 3 de agosto tuvo lugar en la puerta del Colegio de Médicos de Málaga un acontecimiento singular. Un numeroso grupo de médicos se reúnen para leer un manifiesto. ¿En dónde está la singularidad?, se preguntará el lector. Pues en que estos médicos eran todos jubilados, habían ocupado puestos de responsabilidad en el Sistema Sanitario Público Andaluz (SSPA) y unían sus voces para denunciar su deterioro, para exigir soluciones y, también, para dar voz a aquellos médicos jóvenes en activo, silenciados por un sistema gestor que está adoptando tintes autoritarios impropios de un modelo empresarial publico en un país democrático.
En España la jubilación es un acontecimiento que no está aun bien interiorizado en la sociedad. No debería sorprendernos, pues la jubilación como un derecho universal es el resultado de una conquista social de la democracia. Y no es que no hubiera antecedentes. El INP se creó en el año 1908, el Retiro Obrero en 1919, en 1931 con la República se ampliaron los derechos, en plena dictadura franquista se promulgo el primer fuero del trabajo y en 1963 la Ley de Bases de la Seguridad Social. Pero no es hasta los Pactos de la Moncloa en 1977 y posteriormente en 1995 con los Pactos de Toledo, cuando con el apoyo de todas las fuerzas políticas y sociales, se producen importantes cambios y el establecimiento de una hoja de ruta para asegurar la estabilidad financiera y las prestaciones futuras de la Seguridad Social. Es decir, en España hemos tenido que llegar casi al siglo XXI para que el sistema de pensiones y, por tanto, la garantía de una jubilación digna, se consolide.
Mirado desde una perspectiva antropológica la jubilación es el último rito de paso inventado por los humanos. Los ritos de paso son un concepto que designa un conjunto específico de actividades que simbolizan y marcan la transición de un estado a otro en la vida de una persona. El bautismo, el matrimonio, el funeral, son ritos de paso bien conocidos y aceptados para los que hay una liturgia que aunque cada cual la practica a su manera a nadie extraña y la mayoría comparte. Pero no los hay para la jubilación, pues hasta hace no demasiado la mayoría de las personas nunca se jubilaban,
Pero en España la jubilación se ha convertido en un derecho obligatorio, lo que es un oxímoron: los derechos por definición se ejercen voluntariamente, pero no se imponen pues entonces dejan de ser un derecho para convertirse en una obligación.
Todos los que estábamos allí éramos médicos que hemos trabajado en el SSPA y jubilado obligatoriamente, pero estábamos allí precisamente porque nadie nos ha podido jubilar de ser médicos ni de mantener el compromiso por defender un sistema sanitario público que es propiedad de todos. Tampoco de ejercer la solidaridad con aquellos médicos que en los momentos actuales tienen que emigrar, no voluntariamente para mejorar su formación, sino para ganarse la vida con un trabajo que aquí se les niega o que es de tan baja calidad que no están dispuestos a aceptar.
Porque lo sorprendente de aquella convocatoria es que allí había gente muy heterogénea. Progresistas y conservadores, creyentes y ateos o agnósticos, quienes habían trabajado con dedicación exclusiva y quienes lo habían alternado con la medicina privada, incluso viejos "enemigos" que competían abiertamente entre sí mientras estuvieron activos. Pero hoy estaban todos enmarcados en el interior de un cuadro apoyando un manifiesto en defensa de un patrimonio común como es el SSPA y la dignidad de la medicina. Con su presencia allí, además, mostraban a quienes quisieran verlo, que hay cosas de las que uno no se jubila nunca, como es la condición de médico, aunque algunos de los presentes ya no ejerzan, ni, desde luego, de la condición de ciudadanos comprometidos. Una idea del compromiso con la sociedad de la que, por alguna extraña razón, a los jubilados en España se les supone liberados.
Porque lo que esta foto representa, sobre todo, es que muchas de las diferencias que los enfrentaron en sus vidas profesionales se han atemperando con el paso de los años y con la jubilación. Y esto ocurre, desde luego, porque ahora los intereses en juego son menores y porque la mayoría ya no ejercen puestos de representación ni de poder, que muchos tuvieron hasta "ayer mismo". Pero es también, al menos eso creemos, porque con la edad se ha ganado distanciamiento y sobre todo conciencia de los límites, lo que es la forma mínima de ejercer la sabiduría. La media de edad de los que allí estábamos rondaba los setenta años y a la mayoría aun les queda una larga y activa vida. Lo que la foto está demostrando es que entre personas muy heterogéneas se puede llegar a un consenso de mínimos, y que si no se produjo antes entre las mismas personas, no sería tanto por ellas mismas, sino por las circunstancias que lo impidieron. El experimento nos obligaría a todos a pensar cuales son estas circunstancias tóxicas que impiden que en nuestro país una y otra vez fracasemos en llegar a consensos que contribuyan al bienestar general, como se comprobó primero con la dificultad para formar gobierno y ahora para sacar adelante los presupuestos generales del Estado.
Ha sido, precisamente esta capacidad de llegar a un consenso de mínimos, lo que convierte a este grupo de esta foto que aquí contamos y al manifiesto mismo, en un acontecimiento singular.
Los jubilados (médicos o no) no se pueden resignar al papel que la sociedad a cambio de una pensión, les ha relegado. Con su presencia quieren hacer llegar a quienes quieran oírlo que jubilación no es sinónimo de indiferencia. Que la ausencia de poder real no excluye de seguir teniendo autoridad, que es la fuente de todo poder legítimo. Una autoridad que hoy se convierte en acción a través del compromiso público en la defensa del SSPA y en el apoyo de sus colegas más jóvenes.
Un testimonio, en fin, que convirtió el acontecimiento, también, en un acto reivindicativo de la dignidad de la medicina y de su futuro.



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