FEDERICO SORIGUER
“Estado
médico”, así llama Savater la capacidad
que tienen las grandes instituciones, para meterle miedo en el cuerpo a los
ciudadanos con los asuntos de la salud.
Savater lo dice porque prefiere
la calidad a la cantidad de vida. Lleva razón aunque como intelectual cuyas opiniones tanta influencia tienen en la
de los ciudadanos también es parte de ese “Estado”. Todo esto viene a cuento del asunto de las
carnes rojas. De todos los poderes el más creíble es el de la ciencia. Sobre todo porque es
falible. Lo que no es una contradicción sino una garantía. No es casualidad que la evolución nos haya
hecho animales omnívoros. Como a los cerdos. Si fuéramos gallinas seriamos vegetarianos
y si fuéramos leones nos alimentaríamos solo de carne roja. Roja pero no
procesada. La OMS no ha dicho que no se
coma carne. La OMS no puede ir contra la ley de la gravedad. Porque el matiz viene en la cantidad
en la que se consuma y en el procesamiento.
No es nada nuevo, por otro lado. Las publicaciones científicas ya venían diciéndolo
desde hace muchos años. Que estamos
dejando de ser omnívoros para convertirnos en carnívoros y que la manipulación de los alimentos (el procesado
industrial) puede en algunos casos degradar a los alimentos contaminándolos de sustancias no naturales como las nitrosamidas o los hidrocarburos
policíclicos (la lista es interminable), que tomados en grandes cantidades y por mucho
tiempo sí pueden ser cancerígenos. Eso
es todo. ¿Debía de hacerlo público la OMS? Pues
sí. ¿Pudo decirlo mejor? Pues
siempre se puede decir mejor, aunque las noticias son malas o buenas según para
quien. Pero, ¿por qué van a ser malas noticias?
Lo único que aconseja (¡aconseja,
no ordena¡), es que hagamos una dieta parecida a la dieta mediterránea, que es
la dieta que deberíamos hacer y de la que presumimos en el Mediterráneo y que nadie sigue. Hay otros muchos motivos por los que deberíamos
comer menos carne sin dejar de ser omnívoros. La hemos contado en esta columna
varias veces. La huella de carbono. La
alimentación a base carne contribuye hasta cuarenta veces más que la
alimentación a base de cereales, legumbres,
verduras, al cambio climático. Y
es aquí donde nos jugamos el futuro. El cáncer de colon es un asunto privado.
Allá usted con sus riesgos, pero el
cambio climático es un asunto público que nos concierne a todos. Solo por
eso deberíamos de no olvidar que en esto
estamos más cerca de los cerdos, lo que bien mirado no es una mala compañía.
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