FEDERICO SORIGUER. MIEMBRO DE NÚMERO DE LA ACADEMIA MALAGUEÑA DE CIENCIAS Diario SUR Lunes, 26 febrero 2018, 07:49http://www.diariosur.es/opinion/conocimiento-responsable-20180226011053-ntvo.html
El pasado día 2 de febrero en la Sociedad Económica Amigos del País y
organizado por la Sociedad Erasmiana de Málaga, el doctor José María Porta
Tovar nos contó su experiencia como cooperante en Malawi. Conozco al Dr. Porta
desde hace muchos años entre otras cosas por haber colaborado en sus
prestigiosos cursos de antropología médica, y sabía de su condición de
cooperante, pero hasta hoy no había valorado suficientemente el ingente trabajo
que al frente de la ONG 'Andalucía por un mundo nuevo', está llevando a cabo en
diferentes lugares, especialmente en Malawi («uno de los países más pobres del
mundo, sin guerras y donde impera un cierto matriarcado») aclaró D. José María.
A Cajal le gustaba decir que la constancia es la inteligencia de los pobres
y es este tipo de inteligencia la que el Dr. Porta ha llevado a Malawi. Un
proyecto de colaboración que sin prisa pero sin pausa desde hace más de un
cuarto de siglo, en un lugar perdido de la sabana, ha construido pantanos,
depósitos de agua, escuelas, hospitales e, incluso, acometido una concentración
parcelaría, en estrecha colaboración con los habitantes locales, especialmente
las mujeres. Y todo esto sin ruido, sin ese pavoneo al que ciertos médicos son
tan dados cuando llevan a cabo alguna colaboración solidaria. Ya de vuelta a
casa, por esas extrañas asociaciones de ideas de la imaginación humana, me
acordé de una reunión en Barcelona con un reducido grupo de líderes
profesionales y científicos, allí convocados para hablar de gestión del
conocimiento. Me costó trabajo tomar la palabra ante tan selecto auditorio pero
una vez superado el hándicap del origen científico, propuse al auditorio
debatir dos tesis. La primera era sobre financiación. Una cosa es la
financiación de proyectos concretos que deben ser hechos, como es natural, en
régimen de concurrencia competitiva y otra cosa es la gestión del conocimiento
a nivel nacional, aclaré. Cité para ayudarme a Aristóteles en su Ética a
Nicómaco cuando dijo aquello de que «la justicia consiste en tratar igual a los
iguales y desigual a los desiguales», tesis que luego hicieron suya teóricos de
la justicia como John Rawls. Así, dije allí, mientras que los proyectos debían
tener como objetivo trabajar en la frontera del conocimiento y por tanto había
que financiar a los mejores vinieran de donde vinieran, la cultura científica,
como la musical o la humanística, son bienes imprescindible para el desarrollo
de cualquier comunidad, y deben ser distribuidos según cierto principio de
justicia. Me pidieron que concretara y les dije que me parecía bien que una
parte de los recursos científicos del país estuviese destinada, como hasta
ahora, a proyectos en régimen de concurrencia competitiva pero que otra parte
se debería destinar a las comunidades autónomas para la política de
regeneración cultural científica.
La repuesta por parte de aquella 'nomenclatura' científica, que ya entonces
se llevaba por méritos propios una parte muy sustancial del presupuesto
nacional de ciencia, fue echar mano de la parábola de los talentos (Mateo, 25)
y para que no quedaran dudas una conocida científica catalana me dijo sin cortarse
un pelo: «Federico tú lo que quieres es un PER científico para Andalucía». Le
ahorro al lector mi respuesta.
La segunda propuesta que hice en aquella reunión en Barcelona fue de
distinto calado y tenía que ver con la naturaleza del conocimiento científico.
¿Nos hemos parado a pensar sobre la utilidad de todo este ingente empeño
científico? ¿Para qué está sirviendo y a quienes les está siendo útil? ¿No
sería sensato desacelerar esta alocada carrera para reflexionar por un momento
hacia dónde nos dirigimos? ¿Controlamos nosotros la dirección de la flecha del
conocimiento o es ella de la mano del desarrollo tecnológico y de sus
implicaciones comerciales la que una vez disparada nos arrastra sin freno y sin
destino? ¿No habrá llegado el momento después de los grandes logros de la
ciencia y de la tecnología de desacelerar el progreso, de reorientar la
creatividad y la innovación? ¿No será el momento de frenar el ritmo de esta
carrera en donde la mayoría de la humanidad ha quedado descolgada y apenas contribuye
sino como consumidora de los artefactos que la tecnología genera, sin
beneficiarse en su progreso social y cultural? Debo decir que al contrario que
con la primera propuesta, solo recibí un silencio desdeñoso. ¡Desacelerar el
Progreso, relativizar el conocimiento, introducir el principio de utilidad
universal en la cuenta de resultados de los proyectos de investigación!
Tonterías de un acomplejado científico andaluz me pareció que resonaba en los
ecos del silencio de aquellos científicos catalanes que unos minutos antes
habían defendido con tanta vehemencia sus intereses económicos. La conferencia
del Dr. Porta me ha recordado esta historia que permanecía olvidada en algún
lugar de mi memoria. En todos los lugares hay un Sur. El Dr. Porta lo descubrió
pronto y ha obrado en consecuencia, pero no de cualquier forma. Lo ha hecho
como si de un gran científico se tratara. Con inteligencia, con generosidad,
con imaginación, con constancia y con una clara vocación universal, pues, ¿no
son estas las virtudes que ya el sociólogo de la ciencia R. K. Merton en los
años cuarenta del pasado siglo consideró que debía tener la ciencia? Al
finalizar, el Dr. Porta su conferencia, en el coloquio, uno de los asistentes
que lo conocía bien le pidió que cerrara el acto en chichewa, la lengua oficial
de Malawi. Y D. José María se despidió con una plegaria en chichewa que
emocionó incluso a incrédulos irredentos como el autor de esta Tribuna. Si,
definidamente la ciencia ha cambiado, pero los científicos, hoy más que nunca,
no pueden vivir ya de espaldas a las consecuencias del conocimiento que
generan.
Yo no pude convencer a aquellos engreídos científicos catalanes, pero el
testimonio del doctor Porta sí que me convenció a mí, y es este un regalo por
el que siempre le estaré agradecido.
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