martes, 6 de febrero de 2018

La ciencia en España. Una historia interminable

Diario SUR. TRIBUNA Martes, 6 febrero 2018, 08:12

FEDERICO SORIGUER Y FERNANDO ORELLANA. MIEMBRO DE NÚMERO Y PRESIDENTE DE LA ACADEMIA MALAGUEÑA DE CIENCIASEl pasado día 18 de enero tuvo lugar una sesión en homenaje a Madame Curie organizado por el Museo Andaluz de Educación de Alhaurin de la Torre y la Academia Malagueña de Ciencias (AMC). En la presentación del acto se hizo énfasis en el papel de la ciencia en la cultura y se denunció la falta de apoyo y el desinterés por la ciencia de una parte significativa de nuestros representantes. Mientras esto ocurría en el salón de actos del Rectorado de la UMA otras cosas estaban ocurriendo en el mundo. En la Grey Gallery de la Universidad de Nueva York se inauguraba la exposición 'The Beautiful Brain: The Drawings of Santiago Ramón y Cajal' ('La belleza del cerebro de los dibujos de Santiago Ramón y Cajal'), organizada por el Museo de Arte Frederick R. Weisman de la Universidad de Minnesota en colaboración con el Instituto Cajal de Madrid. En las mismas fechas José Luis Taín Enríquez un científico español del Instituto de Física de Partículas de Paterna (Valencia), dependiente del CSIC escribía una carta a un periódico de ámbito nacional. La carta tenía una historia. Su equipo había colaborado con el laboratorio Riken de Japón en uno de los proyectos más apasionantes de la física en los últimos tiempos, la búsqueda del elemento 119 de la Tabla Periódica y en cómo se forman los elementos pesados en el universo. Quizás sea el momento de recordar con Pascual Román investigador del País Vasco, que aunque España no esté en este momento en la parrilla de salida de la investigación de nuevos elementos químicos, ya figuran tres hallazgos españoles en la Tabla Periódica: el platino, un metal precioso descrito en 1748 por el naturalista Antonio de Ulloa, el wolframio, aislado por primera vez en 1783 por los hermanos Juan José y Fausto Delhuyar y el vanadio, observado en 1801 por el químico Andrés Manuel del Río. Pues bien, el pasado 20 de enero en aquella carta a un periódico nacional José Luis Taín Enriquez, anunciaba que su participación en el experimento del grupo japonés está seriamente amenazada debido a los brutales recortes que desde España este año se han producido en la financiación del proyecto. Estas tres historias que estaban ocurriendo de manera simultánea en Málaga, Nueva York y en Valencia, ponen de manifiesto lo lejos que está aún nuestro país de normalizar la gestión política y social de la ciencia. La exposición de Cajal en NY es un ejemplo de las finas y muy permeables fronteras entre las ciencias y las artes. El mérito de los organizadores de la exposición de la Grey Gallery de la Universidad de Nueva York, está en haber sido capaces de apreciarlo. Para la Academia Malagueña de Ciencias ver la obra de Cajal en un Museo de Arte es un gran aliciente para seguir adelante con su empeño de conciliar las ciencias con el arte y con las humanidades. Es algo que está ya en sus principios fundacionales y visible hoy en la procedencia de los académicos que la componen pues en su seno conviven físicos, médicos, ecólogos, historiadores, arquitectos, sociólogos, archivistas, botánicos, hidrogeólogos, abogados, ingenieros, periodistas, filósofos, sin que pretendamos agotar la taxonomía profesional de sus miembros. Una vocación interdisciplinar de conciliación entre las artes, las humanidades y las ciencias que desde la Academia Malagueña de Ciencia (AMC) se ha puesto ahora a disposición de un nuevo y esperanzador proyecto que liderado desde la Delegación de Cultura, intenta recuperar ese impresionante patrimonio de la ciudad que es el Cuartel/Convento de la Trinidad. La historia del científico de Valencia nos obliga de nuevo a reflexionar sobre la situación de la ciencia española. Año tras año la historia se repite. La ciencia española sigue sin ser considerada por la oligarquía política, financiera y empresarial de este país. Cuando no es un motivo es otro. La última disculpa la crisis y de nada sirvió que la mayoría de los países europeos, también afectados por la crisis, no redujeran los presupuestos dedicados a la ciencia sino que algunos hasta los aumentaran. Ahora los marcadores macroeconómicos mejoran y nuestros políticos se olvidan de nuevo de la investigación científica. Los mismos que se apresuran a hacerse la foto cuando un grupo destaca a nivel internacional se olvidan inmediatamente cuando se sientan en los consejos de administración o en el Consejo de Ministros. Un estudio reciente realizado por la Confederación de Sociedades Científicas de España (COSCE) muestra que en 2017 los recortes en ciencia han sido mayores que la media de todos los demás presupuestos que, para colmo, se han realizado ya pasada la crisis y en un contexto de crecimiento económico, lo que 'muestra la nula prioridad que tienen las políticas de ciencia' concluye el informe de la COSCE.

Además en 2016, el Gobierno dejó sin gastar el 62% de todo el presupuesto de investigación, una cantidad que asciende a 3.155 millones de euros que no sirvieron para financiar ni a un solo científico, ni a un solo estudiante, pues solo existieron sobre el papel. ¿Conocen ustedes a algún parlamentario o a alguien con alguna responsabilidad política o institucional que no reconozca en público o en privado la importancia que la investigación científica tiene para garantizar el futuro y la independencia económica del país? Nosotros ni lo conocemos ni lo hemos conocido. ¿Entonces por qué es tan frustrante la política científica y la gestión de los recursos dedicados a la investigación científica en España? Es este un enigma, uno más, a los que este país algún día deberá enfrentarse y resolver. La recuperación de la obra de Cajal para el arte desde una Universidad americana y la penúltima denuncia de un destacado grupo de investigación español recordados aquí en esta Tribuna, deberían servir de estímulo para que como Alejandro Magno con el nudo gordiano, se pusiera punto final alguna vez en nuestro país a esta historia interminable.

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