jueves, 3 de marzo de 2016

EL BAILE DE LOS GERENTES

LA TRIBUNA
FEDERICO SORIGUER. MÉDICO
DIARIO sur 2 marzo 201610:02
Leo en SUR el cese del gerente de los hospitales 'Fusionados' de Málaga y por esas extrañas asociaciones de ideas me he acordado de 'Two much' aquella divertida película de Fernando Trueba en la que Antonio Banderas se compromete para casarse con Melanie Griffith pero se enamora de su hermana Daryl Hannah. Un lío con final feliz.
No ha tenido la misma suerte nuestro gerente que no ha podido escoger y ha salido con los pies por delante (metafóricamente). En su descargo diremos tan solo que terminar mal es el destino de los gerentes del Hospital Carlos Haya antes de que se convirtiera en un hospital sin nombre como un pabellón de ese nuevo ente llamado 'Fusionados'. Con el periodista Paco García acabamos de publicar la 'Historia del Hospital Carlos Haya y de sus pabellones'. Tras su inauguración en el año 1956 la Residencia Carlos Haya del Seguro Obligatorio de Enfermedad fue dirigida durante 15 años con mano de hierro por el coronel médico Francisco Fernández Zamarrón hasta el año 1970 que asume la dirección el doctor Juan Cabrerizo. Es una fecha clave pues es cuando se incorporan numerosos médicos jóvenes muy bien formados y con ganas de comerse el mundo, comenzando a funcionar los servicios y departamentos de especialidades tal como hoy lo conocemos. La vieja Residencia pasa a convertirse en lo que entonces se llamó Ciudad Sanitaria. Pues bien, desde entonces y durante los siguientes 45 años el Hospital Carlos Haya ha tenido 22 directores generales o gerentes lo que supone una ratio aproximada de medio gerente por año. De todos ellos por lo menos nueve dimitieron ruidosamente y tres o cuatro han sido cesados de manera más o menos fulminante. Del resto no hay demasiada información, aunque no se puede descartar cualquiera de las dos anteriores posibilidades. Naturalmente unos han durado más que otros. Según esta estadística la duración en el cargo del Dr. Doña estaría por debajo de la media.
Estos días hemos leído que el Dr. Doña ha sido cesado por motivos personales, pero los medios dicen otra cosa. En lo personal, desde luego, nos alegramos por él, pues si el Dr. Doña siente y padece como el común de los mortales y no hay motivos para pensar otra cosa, creo que en unos días, cuando el móvil y el correo electrónico dejen de funcionarle, agradecerá que lo hayan cesado. Gestionar es siempre una tarea ardua que ahora deviene imposible tras la conversión de los dos hospitales en el nuevo de 'Fusionados'. Porque lo que se demuestra con su cese es que este invento no hay dios que lo pueda gestionar de manera competente. Muchos lo dijimos y publicamos desde el principio. Había muchas razones para rechazar la fusión, bastantes de ellas basadas en las malas experiencias de proyectos similares en distintos países del mundo y otras basadas en el conocimiento de la historia y realidad sanitaria de nuestro país. Las fusiones ha propiciado en los gerentes una gestión distanciada incapaz de llegar a las cosas pequeñas (¡tan importantes en un hospital!) que han quedado en manos de decenas de cargos intermedios y directores de UGC que bien por carecer del don de la ubicuidad en unos casos o, en otros, porque han visto en este modelo una manera de sacar ventajas personales, han despersonalizado la dirección de los servicios a su cargo, convirtiendo la gestión en una permanente fuente de conflictos interprofesionales e interpersonales, muchos de los cuales están siendo ya dirimidos en la plaza pública para mayor vergüenza de la institución. Probablemente la dirección de un gran Hospital público sea uno de los retos más difíciles a los que se puede enfrentar alguien, tal es su complejidad. Cuando en los años ochenta se introduce la figura de los gerentes sustituyendo a los directores médicos, se introduce un sistema que pone su acento en la gestión (cuantitativa). Poco a poco el nuevo modelo gerencial se va distanciando del lenguaje, de la tradición, de la sensibilidad, en fin, que es propia de un hospital. Porque un hospital no se puede gestionar como cualquier otra empresa. Necesita un plus que permita conciliar por un lado la gestión de los recursos y, por otro, la vocación de servicio, la cultura y la historia de la Institución. Cualquier gerente tiene al final que enfrentarse a esta doble fidelidad. Unos gerentes llevan la obediencia a los objetivos empresariales hasta sus últimas consecuencias y terminan recibiendo el desprecio y el rechazo de los trabajadores sanitarios y de las organizaciones sindicales y de pacientes.

Otros, por el contrario, más sensibles, claudican y comienzan a hacer concesiones a las necesidades de la asistencia sanitaria diaria, lo que les lleva inevitablemente a enfrentarse a los servicios centrales que representan eso que suele llamarse la 'volonte general', que es tan discrecional como polítizada. Seguramente muchos de los lectores conocen el chiste de un rector de Universidad que fallece y va al infierno donde es recibido por el demonio quien después de pasearle por parajes maravillosos e idílicos, le advierte de que no se haga ninguna ilusión que a él le habían reservado como condena la Rectoría de una Universidad con dos facultades de Medicina. Este viejo y malintencionado chiste se ha hecho hoy realidad en los pobres gerentes condenados a gestionar el nuevo ente de 'Fusionados'. Fracasar es el destino que le espera el nuevo gerente. Ya está advertido. Pero desde Sevilla se lo deberían de poner más fácil. El señor consejero ya ha reconocido que la iniciativa de la fusion de los dos hospitales ha sido un fracaso. La crisis abierta con el cese del Dr. Doña es una buena oportunidad para que sea consecuente y disuelva la fusión. Salvo que quiera condenar al nuevo gerente al infierno, como el chiste del rector, del que si no cambian las cosas solo acertamos a decir aquello de que «dios le coja confesado».


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