sábado, 11 de febrero de 2017

¿DEPORTE DE ÉLITE?, NO GRACIAS

FEDERICO SORIGUER. MÉDICO Y MIEMBRO DE LA ACADEMIA MALAGUEÑA DE CIENCIAS
DiARIO  SUR 5 febrero 201710:25

http://www.diariosur.es/opinion/201702/05/deporte-elite-gracias-20170205012745-v.html

                El profesor Domínguez Martínez viene publicando unas tribunas desde hace algún tiempo que nos ayudan a aprender algo de economía de la que tan necesitado estamos. En la del día 15 de septiembre ('Población, economía y medallas olímpicas') a partir de una publicación en 'The Economist', reflexiona sobre los determinantes del éxito deportivo en las olimpiadas. Y de todos ellos parece que es el PIB de un país el que mejor predice el número de medallas conseguidas.

El profesor Martínez advierte que aunque el coeficiente de correlación es de un tamaño razonable (+0,60) no es suficiente como para explicarlo todo y que hay otras muchas variables que contribuyen a ello, pero aun así «el PIB es el marcador individual que mejor pronostica la actuación olímpica de un país, de manera que dos países con el mismo PIB, pero con diferentes poblaciones y producción por habitante, obtendrían un número similar de medallas».
La tribuna del profesor Domínguez me ha estimulado a intentar responder a la pregunta de si hay alguna relación entre el éxito olímpico medido por el medallero, el sedentarismo y la prevalencia de obesidad de los países. La hipótesis más lógica es que hubiera una relación inversa. Hoy cualquiera con un mínimo de habilidades y algo de tiempo puede obtener información de datos mundiales, así que en un par de horas preparé un ficherito en el que había cinco columnas con la siguiente información de todos los países del mundo: PIB per cápita y por año, número de medallas de oro y totales, prevalencia de obesidad, muertes atribuidas al sedentarismo y gasto en educación por habitante. Tal como ya anunciaba en su tribuna el profesor Domínguez, el PIB se correlacionó con el número de medallas, (r=+0,50), pero ni las de oro ni el total de las medallas conseguidas por cada país se asociaron con la prevalencia de obesidad ni con la mortalidad asociada a la tasa de sedentarismo de los países. ¿Cuál es la conclusión que podemos sacar? Parece lógico penar que aquellos países con mayores éxitos de sus élites deportivas fuesen también los que tuvieren mejores resultados de salud relacionados con la actividad física, representados aquí hoy por la mortalidad asociada al sedentarismo y por la prevalencia de obesidad. Pues parece que no. Aunque la inspiración sobre la relación entre el medallero olímpico y la obesidad nos haya venido por la tribuna del profesor Domínguez Martínez esto de los determinantes de la salud es una cuestión sobre la que llevamos muchos años trabajando. El hombre tiene la necesidad de realizar una determinada cantidad de ejercicio físico diario que desde siempre se satisfizo (en exceso) por el trabajo en la caza, la trashumancia, o la agricultura. A lo largo de todo el siglo XX y muy especialmente en su segunda mitad se ha producido un descenso continuo de la intensidad de la actividad física laboral que tiene que ser sustituida por la actividad física en el tiempo libre, generalmente en forma de deporte. Pero la mayoría de los países en lugar de invertir en una verdadera cultura del deporte y del ejercicio en el tiempo libre han optado por el deporte de élite en donde las medallas en el mejor de los casos o el dinero en los deportes profesionales como el fútbol, son la recompensa. Unos deportes que siguen siendo nacionales por mucho que en las olimpiadas pretendan otra cosa y que en la mayoría de los casos tienen muy poco de ejemplares, como es el caso del fútbol y sus negocios, la altísima frecuencia de dopaje en los deportes de competición individual o, sin ir más lejos, la desfachatez de esos paseos triunfales de países gobernados por dictaduras sanguinarias que tienen su minuto de gloria y de propaganda cada cuatro años, en la correspondiente olimpiada. No, el deporte de élite no es ejemplar por mucho que se empeñen. Es un gran negocio como el fútbol o, si acaso, un laboratorio de experimentación de hasta dónde puede llegar el cuerpo humano y que como tal modelo debería estar reducido a la investigación experimental en los departamentos de fisiología. Pero para lo que no sirve el deporte de élite es para la educación moral de los jóvenes (no hay nada menos educativo que el espectáculo de un campo de fútbol) ni desde luego para la salud de los ciudadanos que no hacen más ejercicio porque sus deportistas de élite ganen más medallas, a no ser que llamen ejercicio a verlo por televisión. Es el caso, por ejemplo, de EEUU o de UK dos de los países con más éxitos en las olimpiadas y que son también aquellos en los que la población es más sedentaria y donde la prevalencia de obesidad crece sin parar. ¿Habrá que aclarar que esta tribuna no es un alegato contra el deporte? No, no lo es, pero sí lo es contra el concepto de 'deporte de élite' especialmente del llamado profesional o comercial. Los deportes, todos los deportes o son un juego o se convierten en otra cosa. La RAE define el juego como aquella actividad que se realiza generalmente para divertirse o entretenerse y en la que se ejercita alguna capacidad o destreza. No se refiere la RAE solo a los niños pero el juego es algo que o nos devuelve a la niñez o es otra cosa. Y esa otra cosa ya vemos en lo que se ha convertido. Lo que quiero decir en fin es que la educación para la salud exige del juego en los niños y del deporte como un juego en los adultos. Por eso cuando les hablen de la ejemplaridad para la educación y la salud de los jóvenes, de las olimpiadas, de la liga profesional, o de subir no se cuantos ochomiles, pónganlo en duda. Será una duda muy saludable.


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