FEDERICO SORIGUER MÉDICO.
MIEMBRO DE LA ACADEMIA MALAGUEÑA DE CIENCIAS
20 julio 201610:11
http://www.diariosur.es/opinion/201607/20/servidumbre-medicos-20160720003908-v.html
Servir es una hermosa palabra. No es
casualidad que las unidades básicas de organización de los médicos en los
hospitales se llamaban desde siempre, 'Servicios'. Solo con su nombre quedaba
claro cuál era la función principal de los médicos en el hospital o en
cualquier otro centro sanitario. Servir, ser útil, ayudar. Pero las cosas
comenzaron a cambiar en los años ochenta del pasado siglo y de estos cambios
nos hemos ocupado con detalles en el libro 'Historia del Hospital Carlos Haya y
sus pabellones'. Ahora los viejos Servicios se llaman Unidades de Gestión
Clínica (UGC), indicando claramente cuáles son las prioridades. Las
consecuencias de este nuevo modelo han sido muchas. Servir, ser útil, ayudar
son obligaciones morales que se les supone pero que no se les exige ya a los
médicos. Lo que se les demanda imperativamente es que cumplan los objetivos de
la empresa. Y los encargados de hacer cumplir estos objetivos son los nuevos
directores de las UGC, que ya no son los representantes de los pacientes y de los
profesionales ante la gerencia sino los representantes de la gerencia ante los
trabajadores. Una especie de capataces con pedigrí. El modelo asistencial se
convierte así en un modelo productivo en el que lo importante es la cuenta de
resultados.
Desde luego que no está nada mal que se
intente que las cuentas salgan, pero el problema es la forma en la que los
objetivos se intentan cumplir. En el nuevo modelo la lógica sanitaria ha sido
sustituida por la lógica empresarial en donde las unidades de producción son
numéricas y monetarias y en el que el gran asignador de recursos es un teórico
mercado de la salud. Este nuevo modelo que hemos llamado en otros lugares
«cuantofrénico», para tener éxito necesitó reinventar la historia de la
medicina, cambiar el lenguaje médico y redefinir las relaciones de poder y de
producción. Reinventar la historia o ignorarla que es lo que han hecho. Lo
hemos visto con el Hospital Carlos Haya, lo vemos en muchos de los nuevos
directores de UGC que ni siquiera conocen la propia historia de su disciplina y
lo vimos con aquella OPE del 2002 en la que se obligó a los miles de jóvenes
candidatos que aspiraban consolidar su puesto de trabajo, a estudiarse el catón
del SAS, pues era más importante el memento empresarial y el anonimato curricular,
que las materias médicas.
Los médicos andaluces pasaron por aquella
humillación y están pasando por todas las demás. Los sindicatos, más atentos a
otras afrentas ni se enteran y los bienintencionados Colegios profesionales
hacen de la airada contemplación, virtud. Pasados los años las consecuencias
están siendo desbastadoras para la identidad médica. En España los médicos
suelen salir muy inmaduros de la Facultad de Medicina y era en el MIR donde se
solía forjar su carácter. Con el nuevo modelo y desde hace ya años las nuevas
promociones entran en unas UGC en la que aprenden las habilidades propias del
oficio médico, pero no los valores de resistencia, desinterés y pasión
intelectual que debe caracterizar al buen médico. Unos valores imprescindibles
para hacer frente al conflicto entre los tres grandes principios éticos de
beneficencia, justicia y autonomía, presentes siempre en el quehacer médico y
siempre en conflicto. Unos principios ahora, por fin, gestionados en régimen de
monopolio por la empresa sanitaria y sus administradores. ¿Exagero? Eso me dijo
un antiguo colega cuando le explicaba esta tesis. ¿Exagero?, le pregunté a un
buen amigo, director de una UGC y también de los pocos jefes de Servicio que aún
quedan en el Hospital. No, me dijo, te has quedado corto aunque seas injusto
con algunos de los pocos que aún resistimos. Lleva razón mi colega y pido
disculpas a quienes se sientan aludidos por estos comentarios.
Pero la dedicación es ya la excepción y no
solo porque muchos jóvenes adjuntos tienen que compatibilizar la actividad
pública con la privada sino porque muchos de estos jóvenes ya no tienen el
Hospital ni en su corazón ni en su cerebro. Pero también, porque muchos de los
líderes profesionales y directores de las UGC con dedicación exclusiva
coquetean con las multinacionales farmacéuticas consiguiendo sobresueldos
considerables en las horas laborales con asesoramientos y otras actividades de
difícil justificación y con la complacencia de los gerentes que compensan con
la vista gorda y con un plus de productividad las fidelidades confesables.
Sí, es posible que exagere y desde luego
me gustaría estar equivocado y que solo fuera una visión mezquina de un viejo
cascarrabias que ha perdido el tren de la historia. Pilar Bonet en un artículo
reciente contaba esta leyenda: En los años treinta del pasado siglo, al
construirse el hotel Moscú en el centro de la capital, presentaron a Stalin dos
modelos distintos de fachada y el dictador de la URSS extendió su firma en las
dos para desconcierto de los responsables del edificio, que, temerosos de las
iras del líder, no se atrevieron a preguntarle cuál de las dos fachadas quería,
así que construyeron media según uno de los bocetos y media según el otro. Me
he acordado de esta historia rusa ahora que hablo del modelo de gestión que se
ha instalado en nuestros hospitales y centros sanitarios.
Un modelo que necesita de la servidumbre,
esa hermana mezquina de la idea de Servicio, como instrumento de gestión de los
recursos humanos. No, no era este el modelo de sistema sanitario público que
imaginamos cuando el futuro estaba abierto. Pero ya estamos en el futuro y tal
vez no haya sido posible otro modelo, aunque mi amiga y colega la doctora María
Soledad Ruiz de Adana que acaba de volver del Karolinska Hospital de Estocolmo,
con su innato optimismo dice que sí, que es posible y que solo hay que ir allí
y verlo. Espero que la Drª M.S Ruiz de Adana lleve razón pero en España para
llegar hasta el Karolinska las nuevas generaciones de médicos les queda una
larga y ardua tarea por hacer.